Este entrenamiento es muy sencillo y a la vez muy poderoso. Lo puede realizar cualquier persona en su día a día, sin necesidad de utilizar tiempo extra para ello. A pesar de ser sumamente sencillo es verdaderamente eficaz para crear nuevas conexiones neuronales.
Consiste en fijarse en algunos detalles de lo que hacemos habitualmente y no pasarlos por alto. No hay que realizar grandes esfuerzos ni grandes cambios en nuestro tipo de vida. Y conforme nos vamos acostumbrando a prestar atención en lo que vemos, lo que hacemos, lo que oímos, etc, nuestra mente va despertando por la sencilla razón de que se ocupa de nuevas tareas, sencillas pero nuevas. Y todo lo nuevo en lo que ponemos la mente produce nuevos caminos neuronales, sirve de entrenamiento y agiliza nuestro cerebro.
No necesitas parar ni tan solo unos minutos para hacerlo. Estás caminando en dirección a tu destino, pero ese trayecto puede ser como siempre lo ha sido, o puede convertirse en un aliado enriquecedor que te hará trabajar la mente, dejando de ser una actividad automatizada. Recuerda que todo lo que haces de forma diferente, todo lo que piensas y sientes de forma diferente te generará nuevas conexiones neuronales.
Mientras caminamos, no importa hacia donde vayamos ni en qué circunstancias, comenzamos a fijarnos en lo que vemos.
Una persona nos contaba que desde que inició este tipo de entrenamiento se quedó sorprendida de todo lo que observó en su camino hacia el trabajo. Un camino que realizó cada día durante años. Lo hacía automáticamente y con prisas, sin fijarse en nada, únicamente en lo esencial, como eran los semáforos y pasos de peatones.
Al iniciar el entrenamiento comenzó a fijarse en los edificios, en las farolas, en los balcones y ventanas, en las baldosas del suelo, en estatuas, árboles y cualquier otra cosa. Empezó a mirar, a observar, a escuchar. Y descubrió infinidad de detalles que nunca había visto a pesar de cruzar a diario esas calles.
Lo que sintió cada día al realizar este sencillo ejercicio es que se sentía más viva, más presente y más "ella misma". Más relajada, más ágil mentalmente y más contenta.
Es conveniente que en nuestra marcha, tanto si se trata de no llegar tarde a nuestro trabajo o de un simple paseo relajado, comencemos utilizando uno de nuestros sentidos, por ejemplo la vista. Observemos y miremos durante unos días. Después podemos utilizar el sentido del oído, escuchando cada ruido, cercano o lejano, cada voz, las gotas de lluvia al caer, el viento, el ruido de una máquina. Y a la vez seguimos observando, utilizando ambos sentidos, el de la vista y el del oído. Y cuando nos sentimos cómodos, incluimos el sentido del olfato. ¿Cómo huele el aire?
En el trabajo y ante el ordenador, cuando tenemos que introducir datos, podemos fijarnos en las cifras y en las palabras. Primero intentamos recordar los números de dos cifras, luego los de tres y los de cuatro. Después podemos centrar nuestra atención en las palabras, en las frases y en las expresiones. En general nunca solemos hacerlo. Introducimos datos en los programas del ordenador de forma mecánica y sin pensar. Y el hecho de prestar atención fortalece enormemente nuestra mente.